Pongamos que hablo de Madrid

7 09 2010

El otro día volví a la capital de España, esa ciudad que representa una dualidad amor-desamor tan marcada casi como la mía. Tenía una cuenta pendiente desde hace meses con la ciudad, en forma de artículo, y este es buen momento para saldar esa deuda.

Después de la obligada visita al aeropuerto para despedir a mi hermana y a mi sobrino, fui para el centro de Madrid a la zona más turística. Nos acercamos a la Plaza Mayor para ir desde allí a la cercana Taberna de Alatriste a calzarme una caña con mi padre. Después comimos en un restaurante de la Cava Baja por buen precio y nos invitaron a un chupito. Pasamos por el Arco de Cuchilleros y nos bajamos por la calle Mayor a la zona del Madrid de los Austrias, ya que no conocía la misma. Allí paseamos por la Almudena, el Palacio y el Teatro Real antes de bajar hacia San Antonio de la Florida, la pequeña capilla con frescos de Goya que descoyuntan la mandíbula. Después, un viajecito en metro hasta el Retiro, para esa foto que llevaba años queriendo hacerme con la estatua del Ángel Caído. Finalmente, otro viaje en Metro, recogimos el coche y de vuelta a casa.

"El Ángel Caído" mikemarlowe

Ese es el Madrid que me gusta. El turístico. El de los viejos lugares que recuerdan el pasado, tanto el glorioso como el más oscuro de la capital. El que alberga edificios maravillosos o museos increíbles (tengo que volver al Prado, que ya hace una década desde la vez que lo visité). También está el Madrid comercial, ese que nos pateamos mi novia y yo de forma habitual cuando hemos ido por allí. Callao y la FNAC, Gran Vía y la Casa del Libro, Calles Silva y Estrella para cómics y Arise Records y Preciados en dirección Puerta del Sol. A esos recuerdos hay que sumarles los de conciertos (Opeth dos veces, Nile con Belphegor y Grave, Dimmu Borgir, Marduk y Vader, Sunn0))), y la legendaria vez en la que teloneé con mi ex-banda a Inquisition) y los no menos míticos bares (esas tapas brutales en uno, cuyo nombre y dirección no recuerdo, al que nos llevó un colega de otro juego el día después del concierto de Nile, o la churrería antigua de verdad, con caja registradora de las que ya no quedan, sin taburetes ni nada, donde desayunamos una amiga y yo tras el concierto que la noche antes dio su novio).

Pero como ya ha quedado claro en el primer párrafo, con Madrid me une una relación de amor-odio. No soporto las calles llenas de gente, y en una superurbe abundan las masas. Madrid no es una excepción. Aún recuerdo el agobio del día después del segundo concierto de Opeth hace casi cuatro años un domingo de diciembre en el que todo el mundo salió a comprar para Navidad, y en el que nos vimos apachurrados cual sardinas en mitad de Preciados (encima eso, dos turistas que sólo conocen el centro, ideal para evitar a la muchedumbre). Por no hablar del metro en hora punta. Y eso que en Londres tengo entendido que es mucho peor. Y que no se me olviden los atascos a la entrada y la salida, más aún si coincide con fecha de puente. Y si hay algo que haga de guinda que corone el pastel, el calor. Yo lo paso mal, mucho, pues soy una persona que, para mi desgracia, sudo mucho. El otro día, sin hacer un calor excepcional, acabé con la espalda sudada en menos de lo que canta un gallo, tras soportar eso sí, el chaparrón infernal que cayó justo cuando intentábamos descargar maletas en el parking de Barajas. Y me toca las pelotas sobremanera el haberme duchado y aseado en condiciones antes de salir de casa y a los 10 minutos dar vergüenza ajena. Pero como no es un mal achacable sólo a Madrid, tampoco me quejo demasiado.

Mi ciudad, en cambio, tiene la virtud de ser pequeña, puedes ir andando a casi todos lados y donde no, tienes línea de autobús. Las aglomeraciones masivas de gente sólo se dan en fiestas o el primer día de rebajas. Cuando salgo de parranda por ahí no necesito estar pendiente de coches o transportes públicos, siempre voy andando y en cosa de cuarto de hora estoy donde quiero. Además, volver a pie siempre ayuda a despejar lo bebido. Pero en comparación con Madrid es una ciudad más fea, y la gente un tanto provinciana. Aún hay quien te mira mal o por encima del hombro si no vistes a la moda. Y también entre gente del mismo rollo. Y da la sensación de que todo es apariencia y fachada. A eso hay que añadirle que, en el fondo, lo que tiene esta ciudad son los colegas, los 4 bares de siempre, la biblioteca y las 4 tiendas donde te conocen. Hay menos oportunidades laborales, y la gente tiende a ser peor.

Cuando uno se para a reflexionar sobre lo que ha escrito, se da cuenta de una cosa: cada vez me parezco más a ese hombre sin patria del que hablaba meses atrás. Parece que soy incapaz de estar a gusto en ningún sitio, puesto que con la otra superurbe española, Barcelona, me pasa igual que con Madrid, me encanta la ciudad pero no soportaría vivir en ella. No sé si será cosa de las ciudades o más bien mía. Supongo que las dos cosas a un tiempo. Pero después de vivir un mes en Liverpool y disfrutar de la experiencia, vuelve a la palestra una cuestión que ya he planteado en mis textos varias veces: la de dejar la tierra que me vio nacer e instalarme en otro lugar, mejor si es extranjero. Es casi una obsesión. Pero quizá sea que Iberia no es mi sitio, parafraseando a los Héroes del Silencio.


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6 responses

7 09 2010
Álvaro Rojas

Hola Mike.

Me ha gustado mucho poder ponerte una cara. A tu hermano ya lo había visto, y a Isaac también, sólo faltabas tú. Bueno antes que nada, decir que la primera mitad de tu articulo, la podría haber escrito yo perfectamente, porque pensamos EXACTAMENTE igual. Lo único que no comparto, es la idea de vivir en un país extranjero, soy totalmente reacio, y no porque sea algo malo, sino por mí, el problema es mío, que no podría.

A tu hermano ya se lo he comentado varias veces, y es que desde que mi hermana Dèsirèe vive en Madrid (lleva tres años instalada en la capital) subo muchísimo. Fijate que el jueves voy a pasar el fin de semana allí (vamos a despedir el verano pasando un día entero en la Warner Bros), en octubre subo dos veces (para el concierto de Guns N Roses y el de DARE) y en enero subo para el concierto de Helloween con Stratovarius.

Me encanta Madrid, adoro pasear por la Gran Vía. Al no ser un crápula, me gusta mucho más el Madrid de día, ir a restaurantes, museos, tiendas y emplazamientos turísticos. Pero una cosa que quede clara, NO PODRÍA VIVIR EN EL MISMO CENTRO. Me gusta mucho la urbe madrileña pero sólo para pasar el día o lo que se tercie. Pero, como mi hermana, me gusta vivir en sitios apartados del centro, como Hortaleza (sobre todo la parte que da al Palacio de Hielo) o Conde Orgaz. De hecho, me gustaria vivir exactamente en esa zona cuando me vaya a estudiar periodismo a Madrid.

Te aseguro, que las zonas de la periferia son de lo más tranquilas, sobre todo Hortaleza. Adoro dar paseos por esa zona, hay muchos parques, polideportivos, sigue siendo Madrid pero es totalmente distinto a mundanal ruido del centro.

Un abrazo.

Álvaro R.

8 09 2010
lovemetender

Yo en cambio, no me imagino viviendo fuera de mi ciudad, Barcelona. No vivo en el centro sino en Cornellà, conocida por todos gracias? a Estopa pero está a 5 minutos en metro. El que vive en una gran ciudad ya sabe que hay que convivir con la masa pero para el que se cría aquí es tan natural como el respirar. Hay algunos días y lugares señalados a lo que no debes ir si no quieres que te aplasten como las rebajas, Sant Jordi o las Navidades pero sólo suele ser cuando coinciden con el fin de semana. Y si te atreves a salir esos días, sólo tienes que armarte de mucha paciencia, je, je.

Como contrapunto te ofrece una cantidad de ofertas culturales, académicas, etc. que no se pueden igualar en ningún otro sitio además de una red de transporte que te facilita llegar a cualquier parte de la ciudad. No sé, yo soy barcelonina de pies a cabeza, cuando he estado fuera siempre he echado de menos el ambiente de mi ciudad, mis sitios preferidos, mi gente.

Pero si tienes el gusanillo de probar sitios nuevos y puedes permitírtelo, no dudes en hacerlo. No sé si todas las grandes ciudades son iguales pero no es lo mismo pasar unos días que vivir ahí durante un tiempo. Sólo así la conocerás y sabrás sacarle jugo.

12 09 2010
Isaac "The Mime"

Yo hace poco más de un año me veía incapaz de vivir en otra ciudad que no fuese mi ciudad natal (Valencia) donde he vivido casi 27 años, pero se dio el caso que me tocó cambiar de habitat (Madrid) y la verdad es que no me ha costado mucho cambiar, todo es ponerse. Eso sí, no me gustaría nada vivir en el centro, eso es para pasear. Madrid, al igual que otras grandes ciudades, tiene la ventaja de que tiene casi de todo y la desventaja de que hay muuucha gente (putos atascos).

Un saludo!

14 09 2010
Álvaro Rojas

Coincido totalmente a lo que dicta Isaac sobre Madrid.

14 09 2010
mikemarlowe

Buenas:

Claro, pero tened en cuenta que nosotros no conocemos a nadie que nos guíe por los barrios, así que directos a lo seguro…

LMT, ya me supongo que quien ha nacido allí se mueve por una gran ciudad como si tal cosa, somos los pequeños pueblerinos los que tenemos problemas 😀

15 09 2010
Álvaro Rojas

Uff, la primera vez que fui a Madrid parecía que era Alfredo Landa en «Cateto a Babor» xDDD

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